— legends of the shadow knight

Capítulo I: Una Nueva Generación

Abuelo: Creo que voy a contarte un secreto.

Ulrich: ¿Un secreto? Adoro los secretos, abuelo.

Abuelo: Lo sé, chico, lo sé. Pero recuerda... esto no puedes contárselo a nadie.

La enternecedora escena de un niño sobre el regazo de su abuelo que relata cuentos mezclándolos con batallitas personales delante del fuego de la chimenea solo podía ser interrumpida por una cosa, la inoportuna llegada del padre entrando por la puerta después de un día duro de trabajo.

Ulrich: ¡Hola papá! El abuelo me iba a contar un secreto.

Padre: No me digas que estás llenándole la cabeza al niño de esas estúpidas historias tuyas.

Abuelo: No hace falta que le cuentes el secreto a tu padre, Ulrich, no te creerá de todas formas.

Padre: Alguien en esta casa ha de vivir en el mundo real. Ve a lavarte las manos, Ulrich, cenaremos en cinco minutos... Y recuerda, nada de cuentos.

Después de cruzar todo el salón en línea recta, desaparecía por otra puerta tal y como había ingresado en un principio. El señor Longstride, de nombre Charles, era un hombre hecho a sí mismo. Un hombre de negocios que dejaba a un lado las tradiciones familiares para triunfar con sus emprendimientos. El trabajo lo consumía, y más cuando su esposa y madre de Ulrich falleció de cáncer. Desde entonces, y para evitar dejar al niño con una niñera, vivían con su suegro, abuelo materno del pequeño Ulrich.

Era una casa a las afueras de Londres, conectaba con un enorme jardín meticulosamente cuidado y decorado por el hombre mayor. Su pasatiempo antes de decidir enseñarle al niño un poco de esgrima después de cada comida, antes de ir al colegio con el desayuno, después de llegar del colegio con el almuerzo y a la noche un poco antes de irse a dormir. Lo adiestraba y lo mantenía en forma aprovechando que su padre estaba demasiado ocupado para percatarse.

Abuelo: Primero veremos si eres un buen jinete, solo un buen jinete que cabalgue como el viento puede conocer el secreto de la familia.

Ulrich: Oh, sí que sé cabalgar bien. Abuelo, mira esto.

En busca de demostrar su potencial, el pequeño se abalanzaba sobre el caballito de madera para simular la carrera que emprendía su corcel antes de adentrarse en alguna de las aventuras que le narraba su abuelo.

Abuelo: ¡Excelente! Ya no cabe duda, tu destino será convertirte en el Caballero de la Sombra.